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Un libro de historia

Mi obra más reciente, Crimen a medianoche en el puerto de La Navidad, 1561, es un libro de historia, aunque su título pudiera parecer el de una novela. Relata muchas historias sorprendentes, en apariencia inconexas pero que en realidad están estrechamente ligadas. Desde las decisiones políticas del hombre más poderoso del mundo en ese momento, Carlos V o Felipe II, hasta un crimen pasional en el pequeño puerto de La Navidad. Todo está vinculado por algún elemento o por alguna persona, como en la vida nuestra, aunque a veces no lo vemos.

La época es el siglo XVI, concretamente de 1526 a 1564. Una época que conozco bastante bien pues como historiador he trabajado en ella desde hace más de 20 años. Es la época de los grandes descubrimientos marítimos y de las exploraciones del Océano Pacífico y del sudeste asiático.


Es la época de la expansión de España hacia el norte de América, donde se creía que existían Siete Ciudades de Oro y hacia donde el virrey Antonio de Mendoza organiza una expedición muy costosa con el fin de conquistarlas.


Es la época en que Gonzalo Pizarro, en el cono sur de América, desconoce la autoridad del rey de España y se autoproclama gobernador del Perú. Por eso se levantan milicias en el resto de las Indias, desde México hasta Chile, para unir fuerzas y aniquilar de una vez por todas a Pizarro.


Es la época en que se realizan las primeras vueltas al mundo en barco, en condiciones tan inciertas que sólo podrían ser comparadas con los esfuerzos que se harán muy pronto al colonizar el planeta Marte con colonos que habrán renunciado de antemano al retorno.


Es la época en la que Portugal y España se disputan la colonización y el control político, militar y comercial del sudeste asiático. Desde entonces Asia se ha convertido en ese polo de atracción generador de riquezas para Europa.


Es la época de las rivalidades políticas entre Hernán Cortés, Pedro de Alvarado, Nuño de Guzmán, Antonio de Mendoza, Pedro de la Gasca y Gonzalo Pizarro. Todos ellos con intereses políticos propios y ajenos que les empujan a hacerse la guerra en la arena política, en el tribunal y a veces también en el campo de batalla.


Es la época del ascenso del rey Carlos como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, las guerras contra Francisco I, rey de Francia, contra el sultán otomano Solimán el Magnífico y contra Barbarroja. 


Es la época del deslumbramiento de Toledo. La ciudad imperial española, desde donde el emperador despacha cada que va a España. Toledo se renueva en esos años de la mano del arquitecto Covarrubias y bajo el liderazgo del cardenal Juan Martínez Silíceo, quien logra hacer adoptar el estatuto de limpieza de sangre para acceder a altos cargos en la Iglesia, el ejército y la administración. El cardenal y obispo de Toledo es, por otra parte, el preceptor del príncipe Felipe desde que tiene siete años.


Juan Pablo de Carrión conoce al príncipe, logra acercarse a él, charlar con él, pues durante 10 años ha trabajado como contador del cardenal Juan Martínez Silíceo. Al morir el cardenal en 1557, Juan Pablo de Carrión está libre para aceptar una misión que le encomienda el que es rey de España desde 1556, Felipe II: partir al puerto de La Navidad, como alcalde mayor y capitán, para construir los barcos que partirán a la conquista y colonización de Filipinas.


Es la época en que Juan Pablo de Carrión, como alcalde mayor del puerto de La Navidad, funge como juez de primera instancia en el caso de un crimen pasional: Amador Hernández, un gallego responsable de la arria del rey, es decir que se gana la vida aprovisionando de víveres al puerto, acaba con la vida de maese Francisco, un siciliano constructor de barcos. El motivo: maese Francisco duerme con su esposa Felipa Ferrer desde hace un mes, cada que el gallego sale del puerto.


Ella es muy joven, tiene 18 años y es considerada menor por las leyes de la época, pero ante la fuga de su marido después del asesinato, en el marco del proceso criminal que abre el capitán Juan Pablo de Carrión para dilucidar el crimen, ella es acusada de complicidad y el fiscal, quien pretende demostrar esa complicidad, exige que se le castigue con la pena de muerte.


De esta manera, a lo largo de las páginas del libro, todas y todos buscamos dar con la verdad sobre el papel de Felipa Ferrer en este crimen: el juez, el fiscal, el curador de la menor, los testigos, el narrador e historiador y la lectora o lector del libro.


En este libro me he permitido ciertas licencias literarias cuyo único fin es dotar de ritmo al texto y quitarle un poco el fardo propio del academicismo en que se practica en la actualidad el oficio de historiar. Son licencias muy evidentes a la lectura del libro. Algunas de ellas se enmarcan en el llamado que hace el narrador a las musas diosas que todo lo saben y que también le dan un hálito de epopeya a las gestas españolas de ese siglo XVI. 


En el mismo sentido, he tomado la decisión voluntariamente de despojar el texto de las citas al pie de página, propias de los libros académicos, con el ánimo de permitir una lectura más placentera.


En el siguiente enlace puedes encontrar el libro Crimen a medianoche en el puerto de La Navidad, 1561.


¡Buena lectura!

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